Después de tanto tiempo de descanso jabonil, me entraron las dudas sobre si recordaría como se hacía el jabón. Fue una sensación curiosa. Allí me puse después de dormir a las pitufas a organizarlo todo en la cocina. Tardé media hora en decidirme que jabón haría y, después muy lentamente, comencé a sacar los instrumentos largamente guardados en silenciosa ceremonia y a colocarlos con cierto orden sobre la encimera. A mi cabeza vinieron momentos muy lindos de jaboneo. Durante todo el proceso tuve la sensación de que se había parado el reloj y de que estaba disfrutando de un lapso en espacio y tiempo.
Vinieron a mi cabeza varias personas del mundo jabonero, ¿cómo estarán? y me embargó una rica sensación de creación. Lo mejor fue eso: poder poner en marcha toda la creatividad, suavemente y con toda la licencia que da la sensación de ausencia de tiempo y de límites.
Y, este ha sido uno de los resultados:
Los ingredientes: oliva, almendra, karité y palmiste. Los aceites esenciales incienso, lavanda y naranja: Y la música a cargo de radio clásica (ponían a esa hora las obras de Liszt en su primer viaje a España).
Me he dado cuenta de que estoy un poco oxidada en el manejo del color y que sería interesante repasar los apuntes. Y eso haré. ¡Esto del jaboneo es toda una ciencia!
Por ahora voy a disfrutar de esta sensación de hacer cosas lindas ¡con un delicioso trozo de turrón!
Un beso a tod@s.